Aparece esta nueva estrategia de aplicación de los recursos
telemáticos a la formación, el denominado Blended Learning (B-Learning) o
Aprendizaje Mezclado o Híbrido, intentando dar respuesta a muchas de las
limitaciones que, a lo largo de estas últimas décadas, han ido manifestándose
en diversidad de estudios e investigaciones al respecto, de las que podríamos
destacar algunas como: competencias tecnológicas necesarias para el manejo de
la plataforma, adaptación a nuevos métodos de aprendizaje, costos en la
adquisición de la infraestructura necesaria, o sensación de pérdida y
aislamiento en diferentes momentos del proceso formativo, entre otras.
El B-Learning es el fruto de evolución del eLearning. Se cree que ha
fracasado, pero no es así, sino que quizás las expectativas iniciales
resultaron ser demasiado altas. A su vez, no se atendieron lo que son las
variables críticas a contemplar para su incorporación a los procesos de
formación, y se centraron más en acciones instrumentales y técnicas, como son
la capacidad tecnológica de la banda, el LMS que debería utilizarse, o si éste
último debía ser libre o propietario.
Una modalidad del aprendizaje, una convergencia entre lo
presencial y lo virtual. Del mismo modo, así como el término fue
haciéndose popular, comenzaron a proliferar cada vez más combinaciones
referidas al B-Learning: por ejemplo, combinaciones en la variedad de
tecnologías, en la diversidad de metodologías, en las experiencias de
aprendizaje, o diversidad en la localización de los eventos del aprendizaje.
Podríamos comenzar a realizar una primera aproximación,
desde la perspectiva que plantea que el B-Learning, combina la eficacia y la
eficiencia de la clase presencial con la flexibilidad del eLearning, sin que
con ello queramos decir que la aplicación del éste último en si mismo sea
ineficaz. Así pues, sin entrar en el debate interno establecido entre los
conceptos de enseñanza vs. aprendizaje, las mayores implicaciones del término
B-Learning son:
1. Diversidad de oportunidades para presentar los recursos
de aprendizaje y vías de comunicación entre tutor-estudiante y
estudiante-estudiante, que llegarán a ser más flexibles. Muchas de las
experiencias bajo dicha modalidad han atribuido su éxito a la comunicación
interactiva entre sus participantes.
2. Los aprendices podrán, si se interesan en formar parte
activa de su propio proceso de aprendizaje, seleccionar los recursos formativos
de diferentes medios, teniendo en cuenta que sean los más convenientes y apropiados
para su situación personal.
De acuerdo con Mason y Rennie (2006), una descripción sistemática sobre el concepto de B-Learning la podemos observar a través de la figura que mostramos a continuación:
En definitiva, podríamos definir algunos de los componentes
más esenciales en procesos de formación a través de la modalidad mixta,
traduciéndose en la convergencia entre lo presencial y lo virtual a distancia,
donde se combinan espacios (clases tradicionales y virtuales), tiempos
(presenciales y no presenciales), recursos (analógicos y digitales), donde los
protagonistas modifican sus roles en los procesos de enseñanza/aprendizaje, y
donde los cambios también afectan, de manera ineludible, a los modelos
organizativos.
Al mismo tiempo, desde nuestra forma de ver el espacio del
B-Learning, podría ser matizado, o estratificado, en función de la mayor o
menor utilización de herramientas de comunicación sincrónicas y asincrónicas en
la misma, así como por la amplitud de comunicación textual, auditiva, visual, o
audiovisual utilizada. Dicho en otros términos, para nosotros, dentro del
B-Learning se podría establecer una diferenciación en función de dos variables:
sincronía/asincronía de la herramienta de comunicación movilizada, y grado de
iconicidad de los materiales utilizados. En la figura nº 2 presentamos lo que
queremos decir.
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