miércoles, 11 de diciembre de 2013

Las 5 W del lector juvenil – Ana Díaz - Plaja Taboada

En este trabajo se proponen a dar noticia acerca de una serie de interrogantes sobre el fenómeno de los lectores jóvenes.  Por ello, se debe de aplicar las famosas 5 W que todo futuro periodista conoce como eje fundamental de cualquier información: Who, what, when, where, why (quién, qué, cuándo, dónde, por qué).


¿Quién es?

El lector que se sitúa entre el niño y el adulto no tiene un término propio. Tampoco hay unos límites de edad claramente fijados: pueden ser de 12 a 18 años; o tal vez el adolescente a los 16 años ya opte por formar parte de los lectores adultos. Estas son incógnitas que cada país y cada momento histórico ha resuelto de formas diversas y, en muchos casos, en estrecha relación con los condicionantes sociológicos y políticos que configuran una sociedad determinada. Tal vez la cuestión más relevante sea que el lector juvenil no existe porque, al llegar a la adolescencia, los jóvenes dejan de leer. Entre los desertores suele haber más chicos que chicas. Así, entre los que se mantienen en las filas de la literatura, los gustos lectores se diversifican: Hay una lectura de chicas y otra lectura de chicos.


¿Qué lee?

Lee muchas cosas. En primer lugar, los profesores les inducen a leer algunas obras clásicas, ya sea de la literatura nacional o de la universal. Mal que bien con métodos más o menos sugerentes, los sufridos profesores intentarán acercar estos clásicos por medio de la lectura en voz alta, la asistencia a una obra de teatro o la proyección de una película. Y, claro está, por medio de fragmentos extraídos de los libros de texto, de las adaptaciones. En segundo lugar, los adolescentes tienen a su alcance la literatura juvenil que autores, editores y mediadores han creado y puesto a su disposición. Es lo que algunos llaman literatura juvenil homologada. Los temas pueden ser variados. En tercer lugar, el adolescente descubre un universo de lecturas que le llaman directamente y que parecen estarle destinadas o pensadas para que las elija: una literatura que escapa del control de los adultos y que conforma una cultura juvenil generalmente no homologada: Cómics, novelas gráficas, best sellers, revistas, un material impreso que llena en sus horas de ocios. La cuarta y última fuente de lectura de los adolescentes es el mundo de su ordenador, Smartphone o iPad. A través de él, escucha poesía a través de las canciones de sus grupos o cantantes favoritos, mira narrativa, lee y escribe, constantemente, a través de Facebook, blogs y otras formas de intercomunicación.

¿Dónde lo lee?

En la actualidad, la pantalla se convierte en el soporte básico en el que el adolescente consume más horas. El libro, por regla general, es un elemento relacionado con la escuela y la obligación. La pantalla es para él o ella una puerta que le conduce a la información; sin embargo, sigue habiendo libros en su vida. Los dos lugares fundamentales donde los encuentra son el aula, donde el adolescente aprende a leer en profundidad, y la biblioteca, el lugar donde aprende a leer en extensión. La literatura de su elección: Sus cómics, su Facebook y/o sus canciones están al alcance de su mano en su ordenador.

¿Cuándo lo lee?

En la actualidad, los adolescentes, nativos de la era digital, están acostumbrados a la lectura digital; han roto, en cierta manera, con los criterios de unidad y linealidad del texto publicado en papel. Les cuesta la lectura lenta. En cambio, se adaptan mejor que los adultos a la simultaneidad y a la fractalidad que suponen las lecturas en pantalla. Al mismo tiempo, los jóvenes crecen en un mundo globalizado, donde la multiculturalidad es una constante.

 ¿Por qué lo leen?

Básicamente leen por dos razones. En el caso de las obras clásicas, los leen por obligación (salvo excepciones). No tienen más remedio que leerlos si quieren aprobar la asignatura. En el caso de los libros de literatura juvenil lo hacen por curiosidad, la recomendación de un compañero o la insistencia de un profesor. Es él o sus amigos quien elige su trayectoria lectora y quien descubre sus referentes. Es muy probable que no toda esta literatura la elija precisamente para leer, sino para escucharla en su iPhone o en sus auriculares. O para verla en películas. O para entrar en sus blogs predilectos e interactuar con ella.
 



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